Hubo
un tiempo en el que la justicia española se convirtió en una
especie de Corte Penal Internacional bajo el principio de Justicia
Universal en los años 90. De esta aventura, la cual sorprendía a
penalistas de todo el globo, pocos fueron los resultados y grandes
fueron las tensiones diplomáticas que ocasionaban (pues se pretendió
juzgar temas como el Tíbet o el caso Guatemala). Sin embargo sólo
un proceso acabó satisfactoriamente, y este fue la condena al
dictador argentino Scilingo por genocidio, terrorismo y torturas.
Otro caso que dio pasos importantes pero llegó demasiado tarde fue
el de Pinochet, cuya detención en Londres dio la vuelta al mundo.
Poco más dio de sí la aplicación de una Justicia Universal que lo
único que demostraba era la inoperancia de la Corte Penal
Internacional. Las presiones diplomáticas hacia España llevaron a
la modificación de la legislación de forma restrictiva en el 2009,
pues uno de los argumentos de los países requeridos más elocuentes
era la poca legitimidad que teníamos de juzgar los crímenes
perpetrados en otros países mientras nuestra dictadura fue larga,
sangrienta y represora hasta sus últimos días mientras no
iniciábamos ninguna depuración de responsabilidades; todas quedaban
excluidas bajo la Ley de Amnistía de 1977.
Ahora
se ha girado la tortilla, y es en Argentina donde se está procesando
las responsabilidades del franquismo, y no es casualidad que sea en
Argentina. La derivación del caso aquí en España de la Audiencia
Nacional (instruida por el juez Garzón) hacia los juzgados de
primera instancia han convertido una causa de alcance estatal en
imposible de investigar por los juzgados. La diversificación de las
causas por el territorio es una estrategia muy repetida que suele
llevar a la impunidad; así lo muestran numerosos procesos que se han
querido investigar sobre otras dictaduras latinoamericanas. Esto ha
dado pie a que en Argentina se abra una causa general y que ha
derivado en la solicitud esta semana de la extradición de 4 exaltos
funcionarios policiales del franquismo, acusados de torturas y
detenciones ilegales.
De
pronto la solicitud de la juez Servini ya impide que los imputados
puedan salir del país (pues la InterPol asume la búsqueda y
captura). La pregunta clave es cómo actuará el gobierno español
(pues la cuestión judicial se ha convertido en política). Para ello
nos debemos remitir al Tratado de Extradición y Asistencia Judicial
Penal entre ambos países acordado en 1987 (y entrado en vigor en
1990). En el mismo (y que como Tratado Internacional tiene fuerza de
Ley) se obliga a las autoridades españolas a la colaboración,
detención y entrega de los solicitados por Argentina. Sin embargo el
art. 7.2 del citado tratado deja de forma dispositiva la posibilidad
de rechazar la extradición a condición de que se investigue en
España.
La
ineficaz investigación en las primeras instancias de los crímenes
del franquismo le puede servir al gobierno para rechazar estas
extradiciones. Al fin y al cabo se trata de volver al mismo punto de
partida en el que se situó el proceso al inhibirse la Audiencia
Nacional. La cuestión no es ajena a la realidad política de nuestro
país, de la cual no debemos engañarnos: el partido que gobierna es
heredero de los postulados franquistas que perpetraron los crímenes
que se les acusa desde Argentina, y me sorprendería mucho que la
colaboración fuese efectiva y se acaben produciendo las
extradiciones. El estado español vuelve a dar protección a graves
delitos como la tortura, y hay que recordar que el Comité para la
Prevención de la Tortura del Consejo de Europa ya ha manifestado en
reiteradas ocasiones la existencia de torturas en España; sin llegar
a ser en la actualidad sistemáticas (como sí lo fue durante el
franquismo), el gobierno volverá a hacer oídos sordos a la
persecución de los torturadores.
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En la España actual es tal el grado de sometimiento a los fascistas irredentos que a día de hoy se siguen permitiendo las chulescas y criminales declaraciones de estos delincuentes sin temor, rechazo o persecución judicial alguna como cuando la Fundación Francisco Franco, famosa por su descarada exaltación del genocidio y bandera antidemocrática en nuestro país, ha reclamado al Ejército que intervenga "ante la deriva de España". Ya lo ven, malhechores franquistas exigiendo un golpe de estado y una nueva guerra civil y por supuesto nadie en las altas esferas del poder se da por enterado. ¿Se imaginan una declaración de este cariz en Alemania o Francia? Pero claro, esta es la democracia orgánica heredera del fascismo que tiene que convivir con sus oscuros y pútridos orígenes. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2013/09/cuando-dejaremos-la-arrobada.html
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